Psicología del bienestar

Orientación vocacional

El término “vocación” utilizado comúnmente para hablar acerca de la Orientación Vocacional ha cambiado desde los comienzos de su historia, a principios del siglo XX.

En un sentido etimológico, se entiende históricamente por “vocación” aquel llamado interior que nos dice a qué debemos dedicarnos, en base a aquello que nos gusta y para lo cual somos buenos; en definitiva, como algo a lo que somos “llamados a hacer”.

En el campo de la Orientación Vocacional, utilizaremos el sentido que define “Vocación” como el deseo de emprender una carrera, una profesión o cualquier otra ocupación o actividad cuando todavía no se han adquirido todas las aptitudes o conocimientos necesarios. Para desarrollarlos, se deberá estudiar, capacitarse, practicar, etc.. En este sentido, nuestra Orientación describirá las áreas más propicias de desarrollo de estas habilidades y conocimientos.

Cabe destacar que éste deseo no es algo que se encuentre “latente” dentro de nosotros, sino que es algo que se construye a lo largo de toda la vida. Somos seres dinámicos y sociales, y diferentes aprendizajes, vivencias y cambios en el entorno que nos rodean, darán forma a las principales variables que determinarán nuestra vocación.

¿Qué variables intervienen en nuestra elección vocacional?

Para realizar una distinción práctica, dividiremos aquellas que analizaremos en este proceso: aptitudes – intereses – personalidad – contexto.

 

El proceso suele ser una puerta enorme al autoconocimiento. Es muchísimo más que «¿qué carrera debo seguir?». El proceso conduce a preguntas del tipo «¿qué he venido a hacer aquí a este mundo?» Por supuesto, la respuesta está dentro de cada uno.  El proceso vale la pena porque construye sentido de propósito. Es por esto que entendemos la vocación no como algo dado de antemano, sino como algo a construir. Hablamos de orientación como un proceso. Los orientadores no estamos llamados a revelar una profesión u oficio latentes sino realizar un trabajo en equipo con el/la consultante a los fines de promover el autoconocimiento del mismo y guiarlo hacia aquellas formaciones/carreras/oficios que sean más afines a sus aptitudes e intereses con el objetivo de obtener una inserción laboral acorde a sus propósitos vitales y valores personales. 

Un proceso de orientación vocacional tradicional tiende a asociarse con la búsqueda de aquella carrera o profesión para la cual somos más aptos, nos interesa más y es más acorde para nosotros. 

Pero una OV es mucho más que una guía para elegir qué vamos a estudiar: también aporta herramientas para el autoconocimiento y la toma de decisiones que nos ayudarán a reflexionar acerca del sentido que queremos dar a nuestras vidas, y actuar en consecuencia. 

Dentro de nuestro sentido de propósito, el rol ocupacional a desarrollar constituye un aspecto muy importante. Este rol se construye a lo largo de la vida, y lo vamos haciendo con las herramientas que están a nuestro alcance. 

La propuesta de un modelo de orientación vocacional basado en ACT (terapia de aceptación y compromiso) contempla un trabajo enriquecedor y posibilitador de acciones que ampliarán el grado de libertad con el cual elegimos, diseñamos y moldeamos nuestro rol laboral, al tiempo que favorecerá el autoconocimiento, la clarificación de valores e intenciones, y la construcción de propósitos personales.

 

ACT* Es un tipo de Terapia Orientada a la Aceptación Psicológica y los Valores Personales. Dentro de la línea Cognitivo Conductual, forma parte de lo que se conoce como Terapias Contextuales o Terapias de Tercera Generación. Posee sólida evidencia científica en sus métodos y resultados. 

Su método se basa en trabajar con metáforas, paradojas y ejercicios experienciales para conectar con pensamientos, sentimientos, sensaciones y recuerdos desde una nueva perspectiva. 

A partir de allí, se aprende a recontextualizar y a clarificar lo importante en la vida, aquello que auténticamente valoramos. Finalmente, se promueve el compromiso con las acciones necesarias para cambiar aquello que nos limita o nos afecta. 

ACT tiene como objetivo crear una vida plena y significativa, aceptando el dolor o el malestar como una parte inevitable de ciertas experiencias y sucesos en nuestra vida. 

Un modelo de orientación basado en estos enfoques aportará diferencias respecto a una terapia tradicional; previo a la indagación de intereses, aptitudes y personalidad para arribar a un resultado, se trabajará en la comprensión y aplicación de un modelo que nos permitirá incorporar nuevos conceptos para pensar las siguientes dimensiones: intereses, fortalezas, personalidad y valores personales y contexto. 

La palabra interés proviene del latín “interesse” y significa importar. Es la tendencia de una persona hacia una cosa o situación. Podríamos describirlos como aquellas preferencias que tienen las personas por determinadas actividades. Refiere a la preferencia por determinadas actividades, contenidos, áreas de estudio. ¿Puedo expresar lo que me gusta o interesa con libertad? ¿O ciertas reglas me limitan? En un contexto de orientación en el que nuestra meta está siempre presente – la elección de una carrera – la indagación de nuestros intereses puede verse sesgada por dónde creemos que nos llevarán nuestras respuestas; o bien por ciertas expectativas de los demás; o incluso el valor que ciertos intereses tienen en un contexto determinado. El modelo ACT de orientación busca promover la libertad y la consciencia de estas reglas que limitan las elecciones, para poder dar lugar a aquello que nos interesa y preferimos hacer. 

Se refiere a la capacidades (desarrolladas o potenciales) de realizar ciertas tareas, análisis y resoluciones de problemas, así como también el potencial para aprender o desarrollar dichas capacidades. En este proceso identificaremos, a través de ciertas herramientas, las áreas de mayor capacidad potencial tomando la perspectiva de que no hay una única inteligencia o habilidad sino que existe un amplio espectro de posibilidades.

No somos ni nos comportamos de la misma manera en diferentes contextos; somos dinámicos, flexibles, y nos adaptamos a las situaciones que la vida nos presenta.

A veces, percibimos ciertos rasgos o cualidades propios que podemos calificar como negativos: ¿Pero es en todas las situaciones que se nos presentan en las que reconocemos esos defectos o dificultades? ¿O sólo en ciertos contextos?

Será un paso importante poder quitarle peso a aquellas “fallas” que fácilmente acaparan el foco y nos llevan a autodefiniciones que limitan la acción. Esto permitirá pasar a enfocarse en las fortalezas, en aquellos rasgos que en ciertos contextos se pueden desplegar y reafirman la confianza, la autoestima y las capacidades.

Asimismo, este proceso conlleva liberarnos de ciertas creencias adquiridas-no siempre fundadas- y no siempre propias sobre las propias capacidades (las calificaciones en las diferentes materias de la escuela, o las opiniones de los demás, por ejemplo). Y aparte surgen los siguientes interrogantes: ¿Sólo debo hacer aquello para lo cual soy bueno o “apto”? ¿Puede una serie de tests determinar con precisión eso? Introducir la noción del Talento Personal vs. el talento innato o adquirido, nos brindará un contexto en el cual pensar, no solamente «en qué queremos ser buenos», sino “para qué queremos ser buenos en tal actividad. 

Estudiaremos el estilo de personalidad utilizando
diferentes técnicas de exploración y recolección de información: entrevistas, pruebas estandarizadas, técnicas proyectivas, entre otras. Así, podremos describir sus características individuales que se pondrán en juego a la hora de tomar decisiones, resolver problemas, trabajar en equipo y afrontar dificultades.

Un modelo tradicional de orientación evaluará, a través de diferentes herramientas y tests, rasgos de personalidad, que luego se asociarán a áreas de estudio o desarrollo profesional. Desde el enfoque ACT de orientación, se brindarán herramientas para pensar la personalidad como algo dinámico, flexible, cuya flexibilidad incluso puede entrenarse y favorecerá a la salud psicológica. Desde la premisa de que “somos lo que hacemos y hacemos lo que somos”, nos centraremos en aquellas acciones y actividades más valoradas, como referencia para la comprensión de nuestro yo actual. 

 

¿Qué es lo más importante en lo profundo de tu ser? ¿Cuáles son las convicciones que quieres reflejar en tu vida? ¿Qué tipo de cualidades quieres cultivar como persona? ¿Cómo quieres ser en tu relación con los demás?
Los valores son nuestros deseos más profundos sobre cómo queremos relacionarnos con el mundo, con otras personas y con nosotros mismos. Son los principios que nos sirven de guía y motivación a medida que avanzamos por la vida. Los valores reflejan lo que quieres hacer y cómo quieres hacerlo. Tienen que ver con la forma en que te gustaría dirigir tu conducta hacia tus amigos, tu familia, tu entorno, tu trabajo y hacia ti mismo/a.
Los valores no son lo mismo que las metas. Los valores implican la dirección en la cual seguimos avanzando, mientras que las metas son aquello que buscamos alcanzar en el camino. Un valor es como dirigirse hacia el oeste; una meta es como un río o montaña o valle que atravesaremos mientras viajamos en esa dirección. Las metas pueden ser logradas y marcadas como “cumplidas”, mientras que los valores se mantienen “en permanente curso” (como un work in progress), son continuos (no importa cuánto avances, no resulta posible llegar al oeste). Por ejemplo, si en tu relación quieres ser considerado y comunicativo con tu pareja, estos son dos valores: involucran acción continua. En contraste, si quieres casarte, esa es una meta – puede ser alcanzada y cumplida. Si quieres tener un trabajo mejor, también se trata de una meta. Una vez que lo consigues, la meta ha sido alcanzada. Pero si quieres aplicarte completamente a tu trabajo, contribuir con lo mejor de ti mismo/a e involucrarte plenamente en lo que estás haciendo, ahí estamos frente a un valor: implica acción continua.

La conexión con aquellas actividades y acciones que más valoramos nos permitirá plantear intenciones, una serie de acciones pensadas en el futuro que tendrán un valor intrínseco. Este valor va más allá de su utilidad, de los resultados que nos permitan alcanzar o de factores como la presión social /familiar o la complacencia con aquellos que esperan que hagamos algo que los satisfaga.

Conocer y clarificar nuestros valores nos aporta una guía que nos sostiene y orienta cuando tenemos que tomar decisiones en la vida, ya sean laborales o referidas a otros aspectos.

La evitación de las sensaciones, emociones o pensamientos dolorosos (querer escapar de ellos o controlarlos) puede poner a nuestros valores en un segundo plano, perdiendo conexión con el sentido de aquello que hacemos. Por ello es importante que las decisiones respecto al rol laboral a construir hallen sus fundamentos en la reflexión, construcción y conexión con los propios valores personales.

 

 

Desde un enfoque ACT, se analiza la relación que tenemos con nuestros pensamientos y el costo que conlleva la evitación experiencial; esto es, el intento de luchar, evitar o huir de aquellos pensamientos que no nos son agradables. Y por sobre todo, cómo esta evitación acapara el foco y nos desvía de aquello que es valioso para nosotros.

Asi, en este marco de orientación basado en ACT, analizaremos la relación del consultante con ciertos pensamientos, tales como:
fortalezas personales
gustos e intereses.
expectativas del entorno.
Compromiso con la acción.
Atención al momento presente.

Entre otras.


Comenzaremos identificando aquellos juicios sobre sí mismo; la relación con éstos y la introducción de la noción de un yo dinámico, que responde de manera diferentes de acuerdo al contexto o la situación.

Evaluaremos y trabajaremos en identificar, listar y jerarquizar diferentes elecciones del consultante, haciendo la distinción entre elegir (respuesta de nuestro Yo actual) y decidir (respuesta en base a análisis de situaciones y conveniencia). Esto nos dará un “mapa” de las cosas que el consultante elige mirar, consumir, hacer, más allá de la utilidad que éstas puedan tener. ¿Qué es lo que más quiero hacer en este momento de vida?

En esta dirección, nos centraremos en el accionar preferido, y la intención de realizarlo por sobre otros. Los verbos que surjan de esta instancia guiarán la construcción de propósitos personales, centrados en el aquí y ahora. A la pregunta por el “qué”, se la complementará con aquellos elementos a los que la acción estará dirigida, y el “para qué” de hacer eso que nos proponemos hacer.

Finalmente, se establecerán acciones estratégicas en dirección de dichos propósitos, y se hará hincapié en la importancia de la actitud comprometida; no sólo para alcanzar los logros que conlleva el actuar de manera dirigida, sino también para poder dar a nuestra vida el sentido que deseamos.

Pero además de determinar acciones concretas con los propósitos construidos hoy, el consultante se llevará herramientas para reorientarse cuando lo necesite, como una especie de brújula interior.

 

Tanto en las decisiones cotidianas, como en procesos de toma de decisión como la elección de una carrera u oficio, debemos lidiar con cierto grado de incertidumbre. Esto por lo general nos causa malestar, y es fácil caer en las mencionadas “trampas de la evitación”.

La realidad es que la incertidumbre es parte de nuestras vidas; no existe una carrera o una dirección vital que nos garantice resultados, reconocimiento o bienestar. Pero, si actuamos en consonancia con nuestros valores y propósitos, y nos hacemos de herramientas para poder “reorientarnos” cuando hemos perdido un poco el rumbo, seguramente nos sentiremos más a gusto con el sentido que tomen nuestras vidas, aceptando los momentos de dificultad o malestar que puedan surgir.

El proceso invita a la autorreflexión de direcciones vitales importantes para la persona. La misma se produce mediante una serie de dinámicas por escrito, prácticas meditativas específicas guiadas, y entrevistas individuales. Las diferentes técnicas y actividades tienden a favorecer la comprensión de la propia realidad, ideas y pensamientos, para poder así cuestionar la manera en que éstas influyen o afectan a la persona.

  • Entrevistas y Cuestionarios
    Actividades de desarrollo narrativo
    Exposición de conceptos y reflexión
    Técnicas de centramiento, relajación, atención al momento presente.
    Metáforas y Ejercicios Experienciales.

Estas estrategias se articulan bajo un protocolo que brindará una matriz de sentido para la construcción de propósitos personales desde el aquí y ahora. Estos propósitos servirán de guía para la acción.

 

El contexto funcionaría como aquella tierra sobre la cual puede crecer una planta o no.

Actualmenten nos encontramos en un contexto laboral en constante transformación. La amplia oferta de formación, sumada a las nuevas dinámicas del mercado laboral, configuran un contexto que ofrece múltiples caminos a tomar para construir un rol laboral, lo cual redunda en una sensación subjetiva de incertidumbre.

Si bien la capacitación suele encontrarse entre las primeras acciones estratégicas a establecer para comenzar a actuar en dirección de nuestros propósitos personales, ésta no necesariamente agotará las acciones que podemos realizar para ello.

Es por ello que éste modelo de orientación basado en ACT es una herramienta pensada para los tiempos actuales. Ya que no sólo servirá para determinar los estudios a seguir, sino que incluso ofrece la posibilidad de ir por otros caminos (cursos, formación autodidáctica, emprendimientos, entre otros). Y es que, desde esta perspectiva, lo fundamental es conocer nuestros “por qué”, nuestros valores y propósitos que guiarán la acción futura.

Si una capacitación no nos está llevando por ese camino que trazamos, podemos revisarla, e incluso modificar nuestras estrategias, sin perder de vista aquello que nos hemos propuesto hacer y que dará forma a la actividad laboral valorada.